India está haciendo un esfuerzo para fabricar en su territorio. Desde 2020 el primer ministro Narendra Modi anunció una política de gobierno para impulsar la industria y destinó 26.000 millones de dólares a ello.
Una nueva fábrica de iPhone en un rincón apartado de la India parece una nave espacial de otro planeta. Foxconn, la empresa taiwanesa que ensambla para Apple la mayoría de los iPhones del mundo, ha aterrizado entre las rocas y los campos de mijo de Devanahalli.
Los impecables edificios que se alzan en el terreno de 121 hectáreas, operativos pero aún en crecimiento, son la prueba clara de una inversión estimada en 2500 millones de dólares.
Esto es lo que el presidente Donald Trump quiere que Apple haga en Estados Unidos. Lo que está ocurriendo en esta parte de India demuestra tanto por qué suena atractivo como por qué probablemente no ocurrirá sin un apoyo financiero sostenido del gobierno para reactivar la fabricación estadounidense y la formación para ampliar la reserva de trabajadores cualificados en las fábricas.
En India, Apple está redoblando una apuesta que hizo tras el inicio de la pandemia de la covid y antes de la reelección de Trump. Muchos países, empezando por Estados Unidos, estaban ansiosos por reducir su dependencia de las fábricas de China. Apple, profundamente dependiente de la producción china, no tardó en actuar.
Los analistas de Counterpoint Research calcularon que India había satisfecho el 18 por ciento de la demanda mundial de iPhones a principios de este año, dos años después de que Foxconn empezara a fabricar iPhones en India. Para finales de 2025, con la planta de Devanahalli plenamente operativa, se espera que Foxconn ensamble entre el 25 y el 30 por ciento de los iPhones en India.