La ansiedad por las detenciones federales de migración se ha apoderado de miles de residentes de la zona y ha llevado a muchos a limitar el tiempo que están en público.
Algunos llevan pasaportes para ir a la tienda de la esquina. Otros no se aventuran a salir en absoluto, demasiado temerosos de las consecuencias. El número de pasajeros de autobús ha disminuido. También lo ha hecho el negocio de los camiones de tacos y los puestos de fruta.
El miedo y la ansiedad se han apoderado de los latinos de Los Ángeles de una manera excepcional, al trastornar la vida de miles de residentes. El aumento de las redadas de inmigración y las patrullas de agentes enmascarados han afectado a una de las comunidades latinas más grandes y arraigadas de Estados Unidos, y han provocado lo que los residentes y funcionarios describen como una paralización al estilo covid de los eventos públicos, la vida urbana y el comercio.
No solo ha afectado a los migrantes indocumentados y a las familias con estatus mixto, sino también a muchos ciudadanos estadounidenses que llevan décadas viviendo en California y que dicen que temen verse envueltos en las redadas. Entrevistas con más de dos decenas de residentes latinos, funcionarios electos y líderes comunitarios de la zona de Los Ángeles revelaron las repercusiones culturales, económicas y psicológicas que la represión de la migración por parte del gobierno de Trump está teniendo en un condado donde casi la mitad de la población tiene su ascendencia en México y otras partes de Latinoamérica.