En las últimas semanas de las elecciones de 2020, la campaña del presidente Donald Trump encuestó a probables votantes en estados en disputa sobre cuáles eran los mensajes políticos que se les quedaban grabados.
Estos votantes dijeron que el mensaje de Joe Biden se centraba en cómo Trump había gestionado mal la pandemia del coronavirus y en que no era apto para el cargo. Pero en el caso de Trump, los encuestados se hicieron eco de más de una decena de mensajes diferentes, incluidas sus falsas afirmaciones sobre el virus, su tercera nominación a la Corte Suprema y las quejas de que merecía el Premio Nobel de la Paz. Solo el 3 por ciento de los votantes recordó algo específico que Trump hubiera dicho sobre Biden.
Ahora, algunos asesores y aliados de Trump dicen en privado que les preocupa que la dinámica se repita cuatro años después. Les preocupa que la impetuosidad de Trump y su estilo disperso en la campaña arriesguen innecesariamente la victoria en estados disputados donde el margen de error es cada vez más estrecho.
En un momento en que su oponente, la vicepresidenta Kamala Harris, ha intensificado sus ataques contra él llamándolo “inestable”, Trump ha luchado para poder afinar públicamente su mensaje, saliéndose del guión y aumentando los ataques personales contra Harris que sus aliados le han instado a frenar.
“Cuando es bueno, es genial, y cuando se sale del guion, no es tan genial”, dijo David Urban, asesor de Trump. “No creo que nadie esté cambiando de opinión en este momento, pero cuando se distrae de su mensaje más grande y amplio, es contraproducente porque la campaña de Harris lo usa para atraer a sus votantes”.
El sábado, durante un discurso en California, describió los votos por correo como “tan corruptos”, reviviendo uno de sus falsos ataques sobre los resultados de las elecciones de 2020, e hizo una narración detallada de sus pensamientos internos cuando vio SpaceX, la compañía de vuelos espaciales de Elon Musk, volar un cohete de vuelta a su sitio de lanzamiento.
El domingo, en respuesta a una pregunta en Fox News sobre la posibilidad de que adversarios extranjeros se entrometieran en las elecciones, volvió al lenguaje autoritario al decir que “el mayor problema es el enemigo interno”. El lunes, interrumpió un acto público en los suburbios de Filadelfia tras cinco preguntas cuando dos personas del público necesitaron atención médica. Pasó casi media hora haciendo de DJ, balanceándose y bailando ante el público al ritmo de una lista de reproducción que él mismo preparó desde el escenario. “Vamos a escuchar música”, dijo.
La semana pasada, canceló una entrevista de CBS en 60 Minutes, en la que él y Harris tenían previsto aparecer, y no ha dejado de hablar del tema. Se quejó de eso durante actos en Detroit y Reno (Nevada), y también lo hizo el lunes en una publicación en las redes sociales a la 1:12 a. m.
El martes, en el Club Económico de Chicago, respondió a una pregunta sobre si disolvería Google quejándose de una demanda del Departamento de Justicia contra funcionarios electorales de Virginia. Cuando se le recordó que la pregunta se refería a Google, dijo que “llamó al director de Google el otro día” para quejarse de la dificultad de encontrar noticias positivas sobre su campaña en la página de búsqueda de la compañía.
Durante el mismo acto, Trump sugirió que sus divagaciones formaban parte de una estrategia de comunicación cuando su entrevistador intentó centrarse en una pregunta.
“Tienes que ser capaz de terminar un pensamiento porque es muy importante”, le dijo Trump al entrevistador, John Micklethwait, editor jefe de Bloomberg News. “Estamos hablando de cosas importantes. No puedes ir tan rápido”.
Micklethwait señaló que Trump había empezado a hablar de la reserva monetaria y luego pasó a una historia sobre el presidente de Francia, Emmanuel Macron, entre otras divagaciones. “Se llama ‘el entretejido’”, dijo Trump, usando una frase que suele utilizar para describir su estilo de hablar, mientras agitaba la mano delante de él para sugerir que estaba conectando varios puntos.
Harris y su campaña han pasado a la ofensiva utilizando las divagaciones de Trump en su contra, atacándolo en anuncios, en discursos durante la campaña y en entrevistas.
Investigaciones internas de la campaña de Harris mostraron que una de las maneras más eficaces de persuadir a los votantes para que apoyaran a la vicepresidenta era presentando a Trump como inestable y a Harris como una líder firme que reforzaría la seguridad de Estados Unidos, según dos colaboradores de Harris que insistieron en mantener su anonimato para poder referirse a esa estrategia.
En las últimas dos semanas, la campaña de Harris ha inundado los medios en los estados disputados con un par de anuncios de televisión para subrayar estos temas. Un anuncio presenta advertencias de ex altos funcionarios de defensa de Trump para pintarlo como “un riesgo demasiado grande”. Otro presenta el apoyo para Harris de un grupo bipartidista de funcionarios de seguridad nacional.
“Incluso exfuncionarios del gobierno de Trump coinciden en que solo hay una candidata apta para liderar nuestra nación, y esa es Kamala Harris”, dice el narrador.
La campaña de Harris criticó la aparición de Trump en el Club Económico de Chicago, diciendo que mostró un “comportamiento inestable” y estaba “enojado y desconcentrado mientras divagaba sin parar”.
Este artículo fue originalmente publicado en el NY Times