Los tiroteos suenan en las calles. Hombres armados y enmascarados sacan a la gente de sus casas. Hay cuerpos mutilados tirados en las banquetas. Durante casi un año, el estado de Sinaloa, en el noroeste de México, ha estado asediado por facciones enfrentadas del Cártel de Sinaloa, una de las organizaciones criminales más poderosas del mundo, que han librado un brutal conflicto interno.
Las autoridades mexicanas han tomado medidas enérgicas deteniendo a más de 1500 presuntos miembros del cártel en el estado, desde octubre, según el jefe de seguridad de México. Pero no han logrado detener el baño de sangre que se está produciendo allí ni en otros lugares de México, donde los cárteles desde hace tiempo son una fuerza dominante.
Durante años, el presidente Donald Trump ha amenazado con implicar al ejército estadounidense en esta lucha. El gobierno ya ha designado al Cártel de Sinaloa como una organización terrorista extranjera, junto con otros grupos delictivos mexicanos. La CIA ha estado realizando vuelos encubiertos con drones sobre México para identificar laboratorios de fentanilo y otros objetivos de los cárteles.