El presidente francés, expresando su obligación moral de abordar el sufrimiento en Gaza, dejó claro que había perdido la paciencia con Estados Unidos e Israel. La cuestión es qué efecto tendrá.
Al anunciar el reconocimiento francés de la condición de Estado a Palestina, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, expresó su creciente indignación por la muerte y la inanición de los palestinos en Gaza, pero también provocó la hostilidad de Estados Unidos, Israel y gran parte de la numerosa comunidad judía francesa.
Se trata de un precio considerable que pagar por una decisión que él presentó como esencial para preservar alguna posibilidad de paz entre dos Estados, pero Macron detesta la inercia y a menudo actúa de forma aislada. Ha perdido la paciencia con los Estados Unidos del presidente Donald Trump y ha indicado que cree que tiene la obligación moral de enfrentarse a la devastación de Gaza a manos de Israel.
Ciertamente, se ha colocado en una posición delicada, dando un paso que una sucesión de presidentes franceses había rehuido, en un momento en que Hamás no se ha desarmado en Gaza y la condición de Estado palestina nunca ha parecido más remota.
La decisión de Macron refleja el creciente horror mundial ante la inanición y la matanza de civiles en Gaza. Australia, Reino Unido y Canadá han pedido a Israel en los últimos días que permita la entrada de más ayuda en el enclave, lo que puede ocurrir ahora. Pero parece poco probable que el reconocimiento francés de la condición de Estado a Palestina afecte a la búsqueda de un alto al fuego, y mucho menos que inspire una diplomacia seria centrada en el futuro de Gaza, mientras Estados Unidos tenga otras ideas.
“Lo que él diga no importa”, dijo Trump sobre el anuncio de Macron, en declaraciones a los periodistas en la Casa Blanca el viernes. “Esa declaración no tiene ningún peso”.