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Friday, April 18, 2025

Los votantes de Trump que no creen lo que él dice

De última horaLos votantes de Trump que no creen lo que él dice

Uno de los aspectos más peculiares del atractivo político de Donald Trump es que mucha gente está feliz de votar por él porque simplemente no creen que hará muchas de las cosas que dice que hará.

El expresidente ha hablado de militarizar el Departamento de Justicia y encarcelar a sus oponentes políticos. Ha dicho que purgaría al gobierno para expulsar a aquellos que no sean fieles y que tendría problemas para contratar a quien admitiera que las elecciones de 2020 no fueron robadas. Ha propuesto “un día realmente violento” en el que los agentes de la policía podrían ponerse “extraordinariamente duros” con impunidad. Ha prometido deportaciones masivas y ha predicho que sería “una historia sangrienta“. Y aunque muchos de sus partidarios se estremecen de la emoción ante semejante discurso, hay muchos otros que creen que todo forma parte de una gran actuación.

Hay, por supuesto, pruebas de lo contrario. Durante el mandato de Trump, parte de su retórica autocrática se hizo realidad. Sí puso en marcha una prohibición musulmana; sí ordenó que se investigara a sus enemigos; sí fomentó una turba cuando las elecciones no se resolvieron a su favor. Pero en otros casos se vio obstaculizado, y gran parte de su parloteo de hombre fuerte se quedó en eso.

Así es como algunos de sus votantes creen que podría ser otro mandato. Así es como racionalizan su retórica, concediéndole un beneficio inverso de la duda. Ellos dudan; él se beneficia.

La semana pasada, en el interior de un pequeño recinto de música en el centro de Detroit, en pleno día, se podía ver este fenómeno con bastante claridad.

Trump estaba allí para hablar ante el Club Económico de Detroit. Los presidentes Richard Nixon, Jimmy Carter, Bill Clinton, George W. Bush y Barack Obama también habían acudido a Míchigan, en sus respectivos tiempos, para hablar ante este club.

Había unos cientos de personas. No eran el tipo de gente que uno se encuentra en un mitin de Trump. No eran obreros de la construcción ni camioneros ni carretilleros; llevaban tarjetas de negocios y tenían páginas de LinkedIn muy activas. No llevaban gorras rojas ni camisetas con imágenes de la cara ensangrentada de Trump; llevaban chaquetas de traje, mocasines y mancuernillas bastante llamativas.

Ellos no querían oír hablar de “un día realmente violento” ni del Estado profundo ni de los marxistas ni de los fascistas ni de ninguna de las otras visiones radicales o antidemocráticas que Trump describe con detalle barroco en sus mítines. Solo querían que les dijera que sería bueno para los negocios.

Y eso hizo. Durante casi dos horas. Hubo algunas deficiencias en su discurso y algunos comentarios sobre el robo de unas elecciones, pero sobre todo hizo que se sintieran satisfechos de elegir votar por él. Se rieron con sus chistes autocríticos sobre su edad, su cuerpo, su pelo y su riqueza. Habló de los muscle cars estadounidenses y los deleitó con anécdotas sobre cómo se enfrentó a varios líderes mundiales y sobre su nuevo amigo, Elon Musk. Gritaron cuando les dijo que su hija Tiffany acababa de embarazarse y aplaudieron cuando dijo, por improbable que sea, que trabajaría con los demócratas para que avancen las cosas. Esta era la versión de Trump en la que ellos (y sus planes de retiro 401k) querían creer.

Les resultaba fácil ignorar las otras versiones de él.

“Creo que los medios de comunicación exageran las cosas por sensacionalismo”, dijo Mario Fachini, un hombre de 40 años de Detroit, dueño de una editorial. Llevaba el pelo negro engominado hacia atrás y un traje negro a rayas con un pañuelo de bolsillo dorado asomándose. De sus mancuernillas colgaban pequeños modelos de globos terráqueos. Levantó la muñeca e hizo girar uno de ellos.

Al preguntarle si creía que Trump purgaría al gobierno federal y llenaría sus filas de negacionistas electorales, Fachini dio un sorbo a su té helado y se quedó pensativo un momento. “No lo creo”, dijo. Entonces, ¿por qué decía Trump que quería hacer eso? “Podría ser solo por publicidad”, dijo Fachini encogiéndose de hombros, “solo para alborotar las noticias”.

Mary Burney, una mujer de 49 años de Grosse Pointe, Míchigan, que trabaja en ventas para una emisora de radio, se describió a sí misma como una independiente convertida en votante de Trump. No creía que realmente fuera a perseguir a sus oponentes políticos, aunque el expresidente ha hablado sobre nombrar a un fiscal especial para “perseguir” al presidente Biden y miembros de su familia. “No creo que eso esté en su lista de cosas por hacer”, dijo. “No, no”.

Tom Pierce, un hombre de 67 años de Northville, Míchigan, no creía realmente que Trump reuniría a suficientes inmigrantes para llevar a cabo “la mayor operación de deportación masiva de la historia”. A pesar de que esa es más o menos la promesa central de su campaña.

”Él puede decir cosas, y luego eso hace que la gente se moleste”, dijo Pierce, “pero luego se da la vuelta y dice: ‘No, no voy a hacer eso’. Es una negociación. Pero la gente no lo entiende”.

Este artículo fue originalmente publicado en NY Times

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